Por ejemplo, consumir solo la necesaria, sin malgastarla.

Pequeños actos para cuidar el agua

Si hacemos un recuento de nuestros actos durante un día, podremos comprobar que muchos de ellos los realizamos de manera automática, guiados por el hábito, casi sin darnos cuenta.

Suele suceder que no estamos seguros de haberlos ejecutado o no, y es entonces cuando nos devolvemos a comprobar que la ventana esté cerrada y la luz apagada, como efectivamente lo están. Son hechos tan habituales que pasan desapercibidos para nuestro cerebro.

En el cuidado del agua, estas prácticas habituales, de todos los días, aparentemente pequeñas, pueden llegar a lograr grandes impactos cuando son realizadas por miles o millones de personas en una ciudad o en el mundo entero.

Cuando reducimos el consumo de agua potable en nuestros hogares, estamos ayudando a que otras personas reciban el suministro vital para la preparación de sus alimentos o su higiene personal.

Es un objetivo que vamos a lograr con prácticas muy sencillas a las que nos habituamos con facilidad.

Podemos reducir considerablemente nuestro consumo de agua potable cerrando la canilla, llave o grifo, mientras nos enjabonamos las manos o el cuerpo, o nos lavamos los dientes.

Otra acción muy eficaz en este sentido, es reportar o atender lo más pronto posible las fugas, los goteos y el mal funcionamiento de los aparatos sanitarios o de cocina. En estos casos, lo más recomendable es cerrar la válvula principal de la tubería de agua potable, para detener la fuga hasta que el daño sea reparado.

Los sistemas con sensores y temporizadores, que abren y cierran automáticamente el flujo de agua, contribuyen en gran medida al ahorro que estamos buscando, pero todavía son costosos para residencias familiares o pequeñas empresas.

En todo caso, es importante llevar un registro histórico del consumo de agua potable en nuestros hogares; aunque suene un tanto sofisticado, la verdad es que guardar las facturas de servicios públicos es suficiente.

Este registro nos servirá para establecer si nuestro consumo de agua potable ha disminuido o se ha incrementado a lo largo de los últimos meses o años, identificar las causas de la variación y definir prácticas que nos permitan mejorar.

Además de nuestros actos habituales para ahorrar agua potable, existen otras alternativas para disminuir su consumo en nuestros hogares: almacenar agua lluvia y usarla para el riego del jardín o el lavado de los vehículos, por ejemplo; o reutilizar el agua servida del lavamanos en el llenado del inodoro mediante un sistema sencillo y económico.

Debemos considerar también, que existen nuevos sistemas sanitarios, más eficientes que los de hace algunos años, y entonces es posible que con una pequeña “renovación tecnológica” no muy costosa, logremos un gran ahorro en el consumo de agua potable.

Lo importante es tener el objetivo claro; ahorrar agua potable en nuestros hogares es posible y es una tarea que no deber quedar pendiente. Una tarea que podemos resolver, convirtiendo en hábitos algunos pequeños actos que no demandan mayores esfuerzos. “Si comprendemos que nuestros actos, por pequeños que sean, tienen impacto, hay conexión”.